Carta a mí misma
"Abrazando mi miedo al ser vista."
Querida Sophie:
Hoy quiero sentarme contigo, en este espacio íntimo y seguro, para hablar sobre eso que a veces pesa tanto: el miedo al ser vista.
Lo primero que quiero decirte es que entiendo para qué está ahí.
Ese miedo no es tu enemigo; es una parte de ti que busca protegerte, que quiere evitarte el dolor del rechazo o la incomprensión.
Pero hoy, quiero que juntas lo veamos desde un lugar más amable.

Sé que mostrarte tal como eres puede sentirse como un salto al vacío.
Es como despojarte de tus armaduras, de las máscaras que has usado para encajar o para sentirte aceptada.
Es mirar al mundo con la vulnerabilidad de quien dice:
“Esta soy yo, con mis luces y mis sombras, con mis sueños y mis heridas, con todo lo que soy.”
Y sé también que eso da miedo porque, ¿Qué pasaría si no te aceptan?
¿Si no te ven?
¿Si al mostrarte auténtica, algunos se alejan?
Pero quiero recordarte algo importante: no viniste aquí para ser aprobada por todos; viniste para ser tú.
Viniste para conectar con las personas que puedan verte de verdad, pero primero, necesitas verte tú misma.

Ese miedo, querida, no tiene que ser una barrera.
Puede ser un maestro.
Si lo escuchas con atención, descubrirás que detrás de ese temor hay un anhelo profundo: el de ser libre.
Libre de las expectativas externas, libre de la necesidad de encajar, libre de la presión de ser algo que no eres.
Piensa en esto: cuando alguien te ve tal como eres y decide quedarse, no lo hace por lo que aparentas, sino por lo que realmente eres.
Tu autenticidad es tu faro, y aunque pueda ahuyentar a algunos, atraerá a quienes realmente importan.

Hoy te invito a abrazar ese miedo y a caminar con él de la mano.
A decirle:
“Gracias por intentar protegerme, pero ya no necesito esconderme. Estoy lista para ser vista, no porque sea perfecta, sino porque soy suficiente, tal como soy.”
Quiero que recuerdes algo esencial; mostrarte auténtica no significa que nunca sentirás rechazo, sino que aprenderás a sostenerte en tu propia verdad, incluso cuando otros no puedan verla.
Es un acto de amor propio, de respeto hacia ti misma, de reconocer que tu valor no depende de las opiniones externas.
Si alguna vez sientes que el miedo vuelve a hablar más fuerte que tu corazón, detente y respira.
Mira cuánto has crecido, cuánto has superado.
Recuerda que ser vista es un regalo que te das primero a ti, porque cuando te permites brillar desde adentro, el mundo tiene la oportunidad de ver tu verdadera luz.

Con amor y profunda admiración,
Me!